Tras 5 títulos consecutivos del Real Madrid desde el nacimiento de la Copa de Europa, en 1961 el máximo trofeo continental iba a tener un nuevo vencedor, eso sí, manteniéndose dentro de la Península Ibérica. Benfica y Barça disputarían una final inédita que podía ser la guinda perfecta para la carrera de uno de los principales mitos del barcelonismo, Ladislao Kubala.
El húngaro llegó a España en 1950 tras vivir unos duros años durante la Segunda Guerra Mundial. El conjunto blaugrana aceptó las condiciones de Kubala que incluían fichar como entrenador a su cuñado Daucik, una petición que echó atrás a otros equipos interesados en él como el Real Madrid. En sus 256 partidos como azulgrana anotó 194 goles para llevar a los suyos a lograr cuatro Ligas, cinco Copas, dos Copas de Ferias y la Copa Latina, el trofeo internacional previo al nacimiento de la Copa de Europa. En la temporada 1951 – 1952 los catalanes lograron todos los títulos posibles, pasando a la historia como el «el equipo de las 5 Copas», compuesto por un 11 de leyenda: Ramallets, Seguer, Biosca, Segarra, Gonzalvo III… y un quinteto de ensueño, Basora, César, Kubala, Moreno y Manchón. Esta etapa gloriosa provocó que el Estadio de Les Corts se quedara pequeño y que hubiera que buscar un nuevo templo para disfrutar de Kubala y lo suyos. Así, el 24 de septiembre de 1957 se inauguraba el Camp Nou con una capacidad cercana a los 100.000 espectadores.
Para lograr este ansiado título los blaugrana tendrían enfrente al Benfica de Bela Guttman, años antes de que el entrenador húngaro echara la maldición que a día de hoy sigue pesando sobre el conjunto portugués: «Este equipo nunca más ganará una final europea». El mozambiqueño Eusebio no llegaría a Las Águilas hasta la temporada siguiente, pero su compatriota Coluna ya lideraba a un equipo que dominaba su competición doméstica y que quería llevar a sus vitrinas la primera Copa de Europa de su historia. El menudo mediocampista benfiquista fue definido por Eusebio como «el pegamento que nos une a todos», un jugador box to box, capaz de defender y marcar goles a partes iguales, además de ser un auténtico líder dentro del rectángulo de juego.
Benfica – Barcelona (Final Copa de Europa 1960 – 1961)
Tras una milagrosa semifinal donde Kocsis clasificó a los culés con un gol en el último minuto, el Barcelona llegaba a Berna con la vitola de favorito ya que tenía un auténtico equipazo, especialmente de mediocampo hacia adelante. Los blaugranas contaban con tres húngaros que formaron parte de los míticos Magiares Mágicos que hicieron historia goleando a Inglaterra en Wembley, Kocsis, Czibor y Kubala. Junto a ellos, un futuro Balón de Oro como Luis Suárez y el goleador brasileño Evaristo. En la retaguardia destacaba la seguridad de la leyenda Ramallets bajo palos. Enfrente en el conjunto portugués, Aguas y Jose Augusto lideraban el ataque con el apoyo del todoterreno Coluna por detrás.
Los blaugranas comenzaron el encuentro mostrando su superioridad, teniendo varias ocasiones que fueron bien resueltas por el guardameta Pereira. Suárez movía el equipo desde el medio, aprovechando la velocidad del trío magiar y el inteligente juego de la referencia Evaristo. El dominio catalán se tradujo en un merecido primer gol tras un remate de Kocsis. El Barça olió el miedo y se lanzó a por la sentencia, pero en una contra aislada Jose Aguas remacha en línea de gol para empatar tras una salida quizás demasiado precipitada de Ramallets. Apenas 2 minutos después un rechace muy extraño hace una parábola que despista al portero blaugrana, que entre el sol y el palo no puede atajar el balón. En la retransmisión no se puede ver si el esférico entra y Ramallets juraría hasta el día de su muerte que la pelota no cruzó la línea de gol, pero el árbitro lo dio como válido y el Benfica se puso por delante cuando menos lo esperaba. El Barça acusó el golpe y a punto estuvo de recibir la puntilla antes del descanso, pero finalmente se llegó al medio tiempo con el 2-1 en el marcador.
En un estadio con mayor afluencia de público portugués (Los gritos de Benfica, Benfica se escuchaban perfectamente), el Barça salió en el segundo tiempo dispuesto a darle la vuelta al encuentro. Con un claro dominio del balón, a los culés solo les faltaba algo más de contundencia arriba para marcar. En varias ocasiones la defensa portuguesa fue capaz de sacar el balón en la línea, desesperando a Kubala, Kocsis y compañía. La historia se volvió a repetir y cuando mejor estaba el Barcelona nuevo jarro de agua fría con el 3-1 de Coluna. Un empalme ante el que nada pudo hacer Ramallets.
Los culés no se rindieron y lanzaron su ofensiva más agresiva hacia la portería portuguesa. Entonces entraron en juego los famosos «palos cuadrados de Berna». El acoso y derribo de los blaugrana se encontró hasta en 4 ocasiones con los postes de Pereira, incluso con una jugada de Kubala en la que el esférico dio en los dos maderas para finalmente no entrar. En estos minutos de ataque desesperado solo Czibor fue capaz de batir al guardameta de Las Aguilas con un gran empalme que perforó la escuadra. Pero no fue suficiente. La mala fortuna y la falta de gol condenaron a un Barcelona que por fútbol y ocasiones mereció mucho más pero que se quedó sin el ansiado título continental. Nadie esperaba aquel día que los blaugranas tendrían que esperar más de 30 años para conseguir su primera Copa de Europa…